30 grados a la sombra

30ºC a las 11 y media de la noche... a mí este calor me mata... no puedo con el calor, prefiero mil millones de veces el otoño o el invierno. Con este calor molesta todo, sobre todo la cercanía física con otras personas. Por la calle hay que ir con un cuidado extremo, no se puede ir respirando como si tal cosa por que en el momento más inesperado te cruzas con alguien que va desprendiendo un aroma que en las épocas prehistóricas podría resultar muy atrayente, pero hoy en día resulta desagradable hasta puntos extremos. Y no se puede culpar a esa persona, puede que lleve todo el día trabajando o que se haya quedado sin agua en su casa, o que saliera con prisas y no le diera tiempo a darse una duchita matutina... quien sabe, hay que ser benevolentes con los dramas del ajeno, uno nunca sabe cuando le puede pasar...

Con este calor, si se me ocurre quedar en esas horas punta con alguien (y más si es alguien que me interesa especialmente), procuro salir de casa con un margen de tiempo considerable, para poder ir lo más lentamente posible y buscando el recorrido con más sombras, con el fin de ir aclimatándome y no llegar a la cita con chorretes de sudor por todas partes y las típicas mortadelas bajo las axilas; por no hablar del pelo... como se te ocurra llevar flequillo o algún mechón de pelo cerca de la frente... directamente... la has cagao, por que va a ir bajando y pegándose a la frente, y como en un momento de desesperación eches mano de él... mejor ni hablar. Generalmente una vez que se produce el encuentro y ves que el otro o la otra está igual que tu, ya uno se relaja y sólo piensa en ir a un sitio con aire acondicionado.

Así que no queda otra que ir con calma y sosiego allí donde vayas y esperar a que llegue el ansiado otoño, esos primeros fresquitos, esas primeras chaquetas, ese reconfortante calor de hogar...¡OTOÑO OTOÑITO, CUÁNDO LLEGARÁS PARA DARME FRESQUITO! Aaaaaaaiiisssss!!!