Bodorrios veraniegos

Tengo una boda en Junio y aún no sé ni lo que me voy a poner. Cómo odio tener que ir de compras y más para un evento así, por que no basta con comprar cualquier cosa para irte para casa con la sensación de que algo has encontrado (aunque sean unos calcetines), sino que hay que comprar, por narices, por que necesitas algo elegante, o por lo menos algo diferente a lo que llevas habitualmente.

Tengo pánico escénico, solo entrar en una tienda y me entra un calor que no es normal... empiezo a ver cosas y cosas todas juntas, ahí, apelotonadas con cierto orden, pero apelotonadas al fin y al cabo, y sé que la mitad de las cosas que hay no me van a valer, y la otra mitad no me pegan ni con cola!! así que tras comprobarlo salgo de la tienda con una sensación de choni incomprendida que no se me quita en varios días.

Otra cosa es el pelo...¡Qué leches voy a hacerme en el pelo!... teniéndolo corto las posibilidades merman y la imaginación escasea en mí en estos momentos de la vida. Mi compañera peluquera me ha propuesto una sesión de pruebas, pero claro, al no ser aquí donde vivo la boda en cuestión, me veo en la obligación de tener que apañarme yo el peinado en plan chapú aunque sé que si se lo digo a mi madre, nada más llegar a mi casa (la casa de mis padres) ya me habrá conseguido hora en la peluquería... no va a consentir que una oportunidad como esa de lucir a sus hijas vayan hechas un pingajo!

Cuánto esfuerzo para tan sólo unas horas de celebración, sólo espero que por lo menos merezca la pena...